lunes, 29 de noviembre de 2010

Se rompe la piel del muslo se desgarra
se rompe la piel de los labios sutil se despelleja
dicen ay
dicen
la calle se erige alta dentro del mundo
me siento un bollito de piel muerta
una mala herida tengo las costras cascaritas
la calle es el aguantadero de mis bollitos de piel,
nos dividimos somos más.
Se rompe la vereda se desgaja se cansa de mí
se gastan de mí se gasta mi piel se parte
curtida se cae se hacen bollitos de mí
en la vereda en la calle en el mármol

jueves, 18 de noviembre de 2010

“Mi chorro de saliva es mi diadema de diamantes”
Jean Genet, Las criadas.

Volvete mujer: de polvo.
Volvete mujer: que vive en una calle de tierra:
las ventanas
siempre, pero siempre dejan pasar el polvo:
mis muslos de mujer revestidos:
si estornudases, volarían.
Si se te ocurre amasar pan sobre mis muslos,
sería pan de tierra.
Con gusto a calle de tierra,
a lago cuando llueve,
a transpiración en verano.
Si se te ocurre amasar pan en mi panza,
tenés que usar tus dos brazos,
porque se hunde.
Tendría gusto a mujer: que vive lejos.
Siempre, pero siempre,
mi ventana deja pasar un poco de realidad,
siempre, constantemente, mi ventana nunca se cierra.
Por entre los barrotes -la realidad obliga- pasa toda la calle de tierra
y se deposita en mis muslos de mujer.
En verano, siempre transpiro polvo,
se moja, se hace un lodazal en mi espalda.
Si se te ocurre amasar pan en mi espalda,
te saldría manchado:
de barro de cara
de verano al sol
de año nuevo polvoriento,
en una habitación repleta de realidad
que se cuela
incesantemente por mi ventana.

martes, 16 de noviembre de 2010

Martes 2 de Noviembre de 2010

El día de hoy el viaje en tren el paisaje fue otro. Trayecto inamovible -como todo trayecto trazado por las líneas de la historia- pero miré por otra ventanilla. Sucede que hoy viajo mirando para adelante, cuando para mí el tren va para atrás: porque estoy mirando para este adelante. Entonces, pasillo. Miro por la ventana una realidad a distancia: distancia de mujer dormida en la ventanilla. Luego de Luján; nunca recordé su nombre pero miro y entiendo -imagino- cómo debería llamarse. Tiene mucha gente. Tres actos sguidos: personasn caminando casas un caballo tirando un carro con un hombre y una mujer casas y alambrados un hombre controlando un potrillito que levanta las dos patas delanteras y de nuevo casas y no supe si logró pegarle el animal una madre un bebé una fábrica con todo lo que implica pero no se ve un hombre una nena una señora empujando un cochecito calle y nada más que un cesto de basura con mucho más que nada alrededor.
Después no sé si pude seguir mirando para ese lado o si me desvié a la charla del grupo que está sentado delante de mí: no iba a dejarle la ropa lavada y planchada para que después la use con otra. Yo tampoco. Estaban en mi casa los dos -es fácil imaginar algo que uno ya vio durante veintiún años seguidos- y él estacionó la moto cross de esas altas en el patio de adelante, cerca del liquidambar. Era verde -la moto- y ella agarró un palo del garage y le partió el tanque de combustible. Tiene que cambiar el cuadro entero. La cagó y ella nunca había oído ni pelear a sus padres. Pensaba que el amor era simplemente la misma palabra.
Me alejo cada ratito un pco más de aquel lugar que no me vio andar en bici sino hasta los diez.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Tal cual te apareciste,
te saqué una foto
-estupenda-
Subías un pie a la cama.
El otro se mantuvo
en el aire
-flotabas-
¿Cómo se dibuja una letra perfecta?
Quisiera oírte decir la respuesta,
mundo.
Tal cual te quedaste en mí,
te recuerdo.
-expectante-
Esperábamos poder salir
de entre las sábanas
sin un rasguño.
La punta de la lapicera
da vueltas
como un perro
ya pronto a dormir.
Dejame repetir la pregunta:
¿cómo se dibuja una letra perfecta, pueblo?

domingo, 14 de noviembre de 2010

¿Qué harías si te invitase a oler mis piernas?
Te lo pregunto mientras pienso
cómo sería andar en bicicleta
oyéndote.
¿Tendrías el valor de morir entre mi conciencia?
Subiríamos ambos,
muertos,
exhaustos de olor a shampoo,
shampoo encargado,
shampoo en taza,
en bici por el pseudopueblo.
¿Morirías por tu conciencia?
¿Quemarías imaginarios enteros?
Fijate: mis piernas huelen a calle descalza,
a ganas de repetir siempre lo mismo
y que el tiempo se nuble de palabras
cansadas de ser pronunciadas.
¿Morirías al escucharme inventar sonidos nuevos?